El caballo Garrano
Reliquias de los montes gallegos
Cuando llegó la furgoneta a casa ya teníamos varios viajes en la cabeza. Pero ese año no tuvimos la suerte de contar con unas vacaciones que nos lo permitiesen, así que las primeras escapadas fueron por nuestra tierra: Galicia. Una maravilla en todos los aspectos, paisajes, playas, sol, lluvia, buena comida, pueblos asombrosos. En definitiva, un paraíso.
Sin embargo, debo reconocer que en temas de fauna salvaje, no era tan estupendo. Un jabalí perdido, un corzo a lo lejos huyendo, ni rastro de un zorro y ya ni os cuento de los lobos (aunque este ya es complicado en cualquier territorio 😉 ). Que están allí sí, pero que cuesta más localizarlos, también.
Encuentro con el caballo garrano
Pues sin saber todo esto, allá fuimos en nuestra primera excursión a la sierra gallega.
Perdidos por el monte en un día de invierno, cuando la nieve caía sin descanso, vimos unos caballos metidos entre tojos buscando comida.
Me bajé de la furgoneta con la intención de sacarles unas fotos.
En ese momento fui consciente de que los humanos no éramos de su agrado. Un macho se adelantó y bufó mientras el resto se iban. Su forma de proteger la manada de los intrusos.
Yo paré en seco.
Me extrañó mucho este comportamiento y me interesé por saber qué era lo que pasaba con estos caballos.
De esta forma supe que estos son caballos salvajes y se llaman garranos.
El caballo garrano en libertad
Interesados en los garranos, el resto de las escapadas fueron con la intención de verlos.
El comportamiento de cada grupo siempre era el mismo.
Iban en manadas y en ella había un macho dominante que era el encargado de decirte, «a su manera», que no eras bien recibida.
En las imágenes de la izquierda se ve el retrato del macho cuando me llamó la atención con sus bufidos y pataleo.
Es una foto con recorte, yo estaba a una distancia prudente pero es para que veáis que es el mismo que me vigila desde la siguiente foto. Ya estaban ladera abajo y no me quitaba el ojo de encima en todo el trayecto.
Con todas las demás manadas que encontramos su forma de actuar era la misma, ese instinto de protección me pareció algo maravilloso.
Garrano es un término prerromano. Son animales de patas más bien cortas, anchos y fuertes, y de orejas pequeñas. Existe un enorme parecido con los representados en las pinturas rupestres del Paleolítico. Ellos conservan su carácter primitivo y son capaces de sobrevivir en condiciones realmente hostiles.
Los caballos garranos pueden encontrarse desde el norte de Portugal hasta el País Vasco, pero el núcleo fuerte, donde hay más ejemplares, está en Galicia y norte de Portugal.
Sus beneficios en los montes es algo asombroso, no solo son capaces de comer tojo, un arbusto incomestible por el resto de los caballos, sino que también permiten conservar los hábitats de brezales (mas información), unas plantas de gran valor ecológico.
Por otro lado, con ellos en el monte, los depredadores, como el lobo, no atacan a la ganadería.
Sobre esta interacción entre los caballos y los lobos es curioso destacar el estudio de Santiago Bas López donde se demuestra que «los lobos comen más a aquellos ejemplares que peor se camuflan en su hábitat», y esto explicaría, en parte, «que predominen determinadas capas entre los garranos, desde castaños y negros hasta tordos (gris con manchas blancas)».
Futuro incierto del garrano
Pese a los beneficios de tener a estos caballos garranos en el monte, la triste realidad es que cada vez quedan menos.
La Administración Autonómica Gallega promulgo una ley donde se obligaba a poner chips, el «Decreto de Identificación Equina 142/12».
En aquel entonces, año 2012, surgió la polémica, pues estos son caballos salvajes y solo tienen contacto con el ser humano una o dos veces al año.
Esta situación, junto con la hibridación ocasional, provocada por la suelta de otras razas de caballos en el monte, hacen peligrar la existencia de los garranos.
La Xunta de Galicia debería de poner interés en este animal, porque estamos frente al último caballo salvaje del mundo, un tesoro que deberían de proteger para evitar su extinción. Esperemos que se den cuenta y decidan dejarse asesorar por los que realmente los conocen y cuidan.
Por muchos años más pudiendo contemplar estas «bestias» increíbles e irrepetibles, siempre libres y salvajes!!
Muchas gracias Santi Bas por toda tu información sobre esta magnífica criatura: el Garrano.